A pesar de que los medios repitan machaconamente que el perfil millenial marcará el rumbo de los próximos años, la realidad desmiente por completo los sueños húmedos de los popes de la información oficial. Según estos, la juventud es plenamente sumisa a los planes y agendas de las élites. Se los define como tolerantes (para con lo peor) y solidarios (sólo con el planeta) además de progresistas y cerrados a la natalidad. Yo invito a los lectores a darse una vuelta por las redes sociales y comprobar las preocupaciones políticas de la población que tiene entre 16 y 24 años y comprobarán cuan diferente es la realidad. Poco a poco, entre memes y bromas, asoma un instinto identitario entre los jóvenes traducido en repulsa hacia los dogmas de lo políticamente correcto, traducida en la frase “ok boomer” que viene a significar el desprecio hacia una herencia progre y arco iris.
En algo que se daba por muerto como la Iglesia pasa algo parecido: mientras ciertos pastores que rondan los 70 para arriba, sigue instalada la idea de una juventud “popera” a la que atemorizan las verdades sobrenaturales, lo bien cierto es que los ÚNICOS jóvenes con vida activa en la Iglesia están poniendo en valor la Tradición, prácticas y devociones abandonadas por los tiempos posconciliares. Ahí está el modelo Hakuna, que más allá de las pijadas, se concentra en algo tan básico y “pasado de moda” como la adoración eucarística, con unos resultados impresionantes en cuanto a asistencia y fidelidad. No nos hablen más de la Madre Tierra (estúpido concepto paganizante) ni de una falseada caridad podemita. El joven está por las virtudes heroicas y el Castillo Interior.
Otro ejemplo más es el redescubrimiento de nuestros símbolos. La Cruz de Borgoña o Aspas de San Andrés fue, durante dos siglos, un símbolo casi exclusivo del carlismo. Hoy numerosos jóvenes reivindican el pendón antiguo como reivindicación del Imperio Hispánico y cada vez se abre más hueco en todo tipo de expresiones populares. Mal que les pese a “les señores diputades” y “los señoros diputados”, de edad media 55 años, las generaciones más jóvenes van a ser mucho más “conservadoras” que la suya, por muchos que se escandalicen y por muchas patadas que den diciendo “¡no puede ser, no puede ser! ¿Qué hemos hecho mal?”.
A ver como va a tragar que un viejales llame retrógrado un mozo más serio y valiente que él. Ahora lo que toca es que este instinto juvenil no se convierta en una moda punk que acabe en el contenedor de la historia mientras los poderes de siempre van a lo suyo. Hay que dotar de armadura y diciplina al cuerpo y hay de insuflar espíritu y sabiduría a esa pasión primaveral que alegra a los abuelos muertos, para que no caiga en saco roto. Que la chulería y la broma a lo políticamente correcto no se quede solo en eso.
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