Todos conocemos la famosa historia mitológica romana sobre Saturno devorando a sus hijos que concibió con la diosa Rea, por temor a ser destronado por uno de ellos, una historia que también nos ha relegado en la cultura española, uno de los cuadros más famosos del pintor Francisco de Goya. Pero hoy no hemos venido a hablar de mitología romana, ni de arte rococó español. Hoy os voy a hablar sobre como el feminismo, está tomando una serie de caminos que los están llevando hacia su propia autodestrucción y en una batalla que supera con creces a la mitología de Saturno, en la que se mezcla tanto la mitología de Saturno pero también la historia mitológica de Edipo. Vemos como ciertos sectores más radicales e históricos del feminismo intenta devorar a sus hijes encarnadas en ese nuevo feminismo de tercera/cuarta ola, autodenominado como »transfeminismo» u otras corrientes que ponen más énfasis en la temática del género y diversas corrientes que operan dentro del mundo LGTB, como el colectivo Queer. Y por otra parte, vemos que todos estos nuevos movimientos provenientes de diversas corrientes de la izquierda indefinida, todas estas nuevas corrientes del feminismo más trasnochado y neurótico, han acabado asumiendo el complejo de Edipo y quieren matar a su progenitor/a.
Desde el momento que Unidos Podemos/Unidas Podemas/Unides Podemes entró en el gobierno y le dieron el ministerio de »Igualdad», han intentado impulsar la famosa ley trans, que una vez anunciada para llevarla al congreso, inició una dura división nunca vista en el movimiento feminista antes de la pandemia. Una división, que a su vez a sacado a la luz más confrontaciones, divisiones y disputas que existen dentro del movimiento feminista y que muchos de los críticos de dicho movimiento no éramos ni conscientes que existiesen tantos odios y corrientes enfrentadas entre si, dentro de este movimiento que siempre ha funcionado a remolque de las clases dominantes para profundizar la fragmentación social y crear disputas de donde antes apenas existían.
Quede por delante, que esto no es un crítica furibunda a todas esas mujeres que históricamente y actualmente, luchan de verdad por los derechos de la mujer y mejorar lo que para mi parecer es más correcto decir »la cuestión de la mujer» dentro de las sociedades liberal-capitalistas. Muchas mujeres, quizás por la confusión o el engaño, se han unido a muchas marchas feministas, como las del 8M patrocinadas por las altas esferas del sistema (banca, multinacionales, monarquía, Estado, poder mediático, etc…), por temas que a mi parecer y la de muchos, son de puro sentido común, son causas nobles y son luchas que todo socialista y patriota debe llevar en su agenda para mejorar la vida de las clases populares. Causas como la conciliación familiar, compensación económica para amas de casa, abolición de la prostitución, endurecimiento de penas para violadores y maltratadores, respeto del puesto laboral para mujeres embarazadas o la igualdad salarial (aunque esta es una de las pocas causas que mucha gente confunde como justa, pero en el fondo es uno de los bulos más grandes del feminismo y que muchos se lo han tragado). Pero muchas de estas mujeres que quizás se autodenominan feministas por causa de la confusión y han caído en las redes de todos estos grupúsculos indefinidos, asumiendo parte de sus análisis, acaban diciendo que la culpa de todo lo tiene un hetero-patriarcado del cual son incapaces de definir de forma unívoca y no un sistema liberal-capitalista que las acaba esclavizando al mercado capitalista y tratando no como mujeres, ni como personas humanas, sino como números o fuerzas de trabajo que están destinadas a favorecer los intereses económicos del empresariado.
Pero de lo que ni se dan cuenta, fruto de asumir una serie de ideas irracionales, metafísicas e idealistas, es que esa falta de visión materialista, que también se vislumbra en la actual izquierda, hace que no se den cuenta de que ha sido precisamente el capitalismo, el que ha destruido progresivamente aquellas relaciones históricas y tradicionalmente patriarcales, sacando a la mujer de las labores de la casa y de la familia, para introducirla en la empresa capitalista y alienarla bajo los intereses del capital. Y ya no solo eso, sino que esta realidad económica ha influido en el hecho de que los Estados han elaborado más leyes jurídicas que han dado ya no solo plena autonomía y plenos derechos a la mujer, sino que también se han elaborado leyes que favorecen una discriminación positiva que favorece a la mujer. Con lo que el patriarcado que en antaño existió y rigió las relaciones sociales y familiares, ya no existe por la propia rapacidad y destructiva del capitalismo (donde sus siguientes objetivos para perpetuarse es la destrucción de la familia, la patria o las comunidades tradicionales), pero también por otra parte, por su desmontaje jurídico. Así pues, las feministas cuando nos hablan de »hetero-patriarcado» no tienen una visión única por lo que puede ser, cayendo al final, en una visión subjetiva que no sabrían describir, como la que podemos tener los católicos sobre el cielo, el purgatorio o el infierno.
Pero teniendo ya claro este hecho y concepto, vamos al meollo del asunto. ¿Qué está ocurriendo dentro del movimiento feminista?. Pues como hemos comentado con anterioridad, desde que Unidos Podemos han sacado públicamente la famosa »ley trans», sectores más radicales e históricos del feminismo se han opuesto totalmente a dicha ley, ejerciendo una dura crítica hacia el colectivo LGTB que a muchos nos ha sorprendido, pues pensábamos de forma ingenua, que todo el feminismo, a pesar de sus diferentes corrientes, todos estaban de acuerdo en las mismas cuestiones fundamentales. Pero hemos visto que no, una de las personalidades más famosas que se ha opuesto a esta ley, ha sido la histórica feminista y marxista, Lidia Falcón, líder del Partido Feminista, que fue expulsada de Izquierda Unida el pasado mes de febrero por oponerse a la ley trans. Una expulsión, que según palabras textuales de Lidia Falcón, fue fruto de las presiones e influencia del lobby LGTB/Queer dentro de Podemos, pero recordemos que dicho lobby tiene presencia en casi todos los partidos del sistema, multinacionales, banca financiera, etc…Según Lidia Falcón, a ella y sus compañeras, las expulsaron del partido por criticar una ley, que el resto de personas estaban aprobando sin haberse leído de qué trataba (como mutilar y castrar a menores de edad o cambiarse de sexo sin pasar antes por un examen psicológico). Estas críticas les ha valido a Lidia Falcon y a todas las feministas que se oponen al colectivo trans/queer, como »TERF» (Feministas Radicales Trans-Excluyentes).
Huelga decir, que no me tiembla el pulso en decir, que a parte de que acudo maravillado a como un movimiento como el feminista, que siempre se ha erigido en un altar del supremacismo moral, está siendo víctima de sus propias acciones y contradicciones ideológicas, fruto de una falta de análisis materialista de la realidad social y material en la que se envuelve. Ahora se arrepienten de haber utilizado el concepto »genero», donde ahora las TERF, rehusan de dicho término porque según ellas las borra de su existencia como mujeres. Sus teorías absurdas sobre hetero-patriarcados opresores, se han vuelto en su contra, cuando surge un colectivo Queer que las acusa de defender a su vez, un sistema hetero-patriarcal normativo que quiere borrar la existencia de los 150 géneros o de los trans en general. También pudimos ver en el último 8M permitido por un gobierno inepto e inútil en medio de una creciente pandemia, que sectores feministas asociados al colectivo LGTB como el de las prostitutas, se pelearon contra las TERF quienes asumen una lucha abolicionista de la prostitución. Se hace realidad, lo que muchos críticos con estos movimientos llevamos tiempo diciendo, que tarde o temprano, todos estos grupos ideológicamente indefinidos, acabarían siendo devorados y destruidos entre ellos.
Y a pesar de que coincido con las TERF en muchas de sus causas, como el abolicionismo, la crítica a la ley trans o la crítica a la gestación subrogada. Cabe decir que a pesar de las coincidencias con ellas en estas temáticas, en cambio lo estamos desde perspectivas totalmente distintas. Nosotros nos oponemos a la ley trans, ya no solo por lo que comporta a los niños o las personas que sufren una disforia de género, sino porque va en contra de los principios científicos, porque pretenden hacer pasar como algo normal, algo que no es para nada normal y opera fuera de toda ética científica. Puede que muchas TERF piensen lo mismo, pero su oposición a la ley trans, esconde algo más, y es su odio al hombre. No odian al transexual, por operar fuera de criterio científicos o naturales, lo hacen porque son hombres que vienen a ocupar sitios de mujeres. No olvidemos que las TERF, no renuncian a su odio más o menos implícito a los hombres, no renuncian al concepto absurdo e indefinido de »hetero-patriarcado» (de hecho asumen que el colectivo Queer es un caballo de Troya del patriarcado para eliminar a la mujer), no renuncian al lenguaje inclusivo feminista y demás idioteces sin fundamento. De hecho, cometen las mismas contradicciones que sus supuestas enemigas, pues Lidia Falcón llega a afirmar que la mujer es una »clase social», así que por la misma regla de tres, los transexuales, los enanos, los negros, etc…también serían una clase social.
En conclusión, debemos tener claro que coincidir no es lo mismo que asumir su absurdo discurso. Oponerse a la ley trans es necesario, pero no por ello, debemos caer en el error de exaltar a dichas corrientes feministas que tienen el mismo trasfondo disgregador, irracional, subjetivo y contradictorio que pretendemos combatir.
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