1456 El juramento de Cruzada eterna contra el Islam del Papa español Calixto III, el hombre que salvó a Europa.
El cardenal español, del reino de Valencia, Alfonso de Borja fue elegido Papa en el Cónclave celebrado en Roma en abril de 1455. Derrotó contra pronóstico en el Cónclave al cardenal Basilio Bessarion, hombre de origen griego, converso de la iglesia ortodoxa, que partía como favorito. (De Bessarion se ha escrito que la cohorte de intelectuales griegos que trajo a Italia fue el origen del Renacimiento) Borja iba a reinar como Pontífice Calixto III. Tal como vimos en el artículo anterior sobre su figura, su Pontificado iba a estar profundamente marcado por la lucha contra el Imperio Turco otomano. Imperio Turco que solo 2 años antes, en 1453, había acabado con el Imperio Bizantino, tomando Constantinopla y ya se expandía a través de los Balcanes, apuntando peligrosamente hacia el centro de Europa y la misma Italia. Belgrado estaba bajo asedio, sus fuerzas atacaban Albania y Hungría aparecía ya como su próximo objetivo. Fue una época muy difícil y de gran preocupación en Europa. La amenaza de conquista islámica de Europa desde el Este, parecía muy real.
Calixto III, hombre de vida austera, se propuso desde el mismo momento de su elección hacer de la lucha por frenar al Islam, su principal objetivo. Desde luego no pensó en “ecumenismo” ni en “lo mucho en común que tenemos con nuestros hermanos musulmanes” “diálogo”, ”negociaciones sin límites preestablecidos”, “la paz de los valientes” ni otras excusas para rendirse sino que pensó en defender a Europa y a la Cristiandad. Convocó una Cruzada en Europa y se puso manos a la obra para organizar un ejército y una flota de guerra para luchar contra los turcos. Ordenó frenar las obras para reformar suntuosamente el Vaticano, que preveían construir grandes palacios y mandó dedicar todo ese dinero a organizar ejércitos para la Cruzada. Incluso hizo público un voto y juramento solemne en un discurso público, de dedicar todos sus esfuerzos a la lucha contra el Islam, abatir el poder turco e incluso reconquistar Jerusalén. Así decía este juramento solemne del Papa:
“ Yo, Calixto III, Papa, prometo y juro a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a la siempre Virgen Madre de Dios, a los apóstoles San Pedro y San Pablo y a todos los ejércitos celestiales, que si es preciso, verteré mi propia sangre, para intentar en la medida de mis fuerzas y con la ayuda de mis venerables hermanos, hacer todo lo que sea posible para reconquistar Constantinopla, que ha sido tomada y destruida por el enemigo del Salvador, crucificado por el hijo del Diablo, Mohamed, príncipe de los turcos, en castigo de los pecados de los hombres, para librar a los cristianos, que languidecen en la esclavitud, para reanimar la Fe verdadera y exterminar en Oriente la secta diabólica del infame y pérfido Mahoma. La luz de la Fe está casi extinguida en esas desgraciadas regiones. Si alguna vez te olvidare Jerusalén, caiga mi diestra en el olvido y se paralice mi lengua, si no me acuerdo de ti Jerusalén y no eres el principio de mi alegría. Que Dios venga en mi ayuda y su Santo Evangelio. Así sea”
Conocemos este texto gracias a la autobiografía del Papa Pío II, llamado Eneas Silvio Piccolomini, que siendo cardenal fue el principal colaborador de Calixto III y después le sucedería como Papa (es el único Papa de la historia que escribió una autobiografía). Los delegados de Calixto III, San Juan de Capistrano y el cardenal español Juan de Carvajal organizaron y financiaron en Hungría el ejército de los campesinos húngaros que al mando del regente Juan de Hunyadi , derrotaría totalmente a los turcos en la batalla de Belgrado, en julio de 1456. Aunque más tarde los turcos conquistaron Bosnia y Rumanía, esta gran victoria cristiana al menos frenó el avance turco en Europa central durante 70 años, cuando Hungría e incluso Austria parecían casi perdidas en 1455. El sultán Mohamed II, desesperado por la gran derrota, tomó veneno y estuvo a punto de morir. Calixto III ordenó tocar las campanas en toda Europa como celebración y grandes ceremonias de agradecimiento a Dios. Además, en 1457 la flota pontificia derrotaría a la turca en la batalla naval de Metelino, en la que fueron hundidas 25 naves turcas.
Fue Calixto III un gran Papa que además supo frenar el cisma que estuvo a punto de crear en Alemania el emperador Federico III, quien afirmaba que iba a liberar Alemania de la opresión de Roma, apoyado en los escritos y predicaciones antirromanas del arzobispo de Maguncia (Mainz), Martin Mayer, en cierto modo, antecedente de Lutero. Piccolomini, en carta a Martin Mayer escribiría: “ Aunque tengo que alabar a todos los Papas que conocí, creo que prefiero al español Calixto III más que a cualquiera de ellos. Este Pontífice nos ha sido dado por Dios, aunque no lo merecíamos. Y lleva en la Tierra vida divina. ¡Debería reinar más sobre ángeles que sobre hombres!..
Después de un pontificado breve pero intenso Calixto III murió el 6 de agosto de 1458, día de la Transfiguración del Señor, fiesta que él mismo había instituido para conmemorar la victoria de Belgrado contra los turcos.
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