Le sucede al 8 de marzo como le ha sucedido al 1 de mayo desde hace años. Y es que cuando instrumentalizas causas justas para dar rienda suelta a los caprichos ideológicos, sin mirar de frente a los verdaderos problemas a solucionar, de sindicatos y lobbys feministas, el resultado es que lo que deberían de ser días de dignas reivindicaciones sociales se convierten en sainetes de mal gusto.
La receta de la conversión es sencilla: substituimos “la lucha de clases” por alguna expresión como el “violador eres tú”; cambiamos el rojo por el morado y las papadas canosas de los sindicalistas por los rostros aguerridos de las militantes feministas; lo regamos todo con ricas subvenciones desde las administraciones y ministerios creados para la ocasión, y no obtenemos ninguna mejora para las mujeres, ni para los hombres, ni para los que lo peor lo están pasando económicamente en estos complicados momentos, pero sí que se produce mucho ruido y, lo que es peor, demasiado odio.
Consideramos que el feminismo histórico ha traído grandes y necesarias conquistas sociales en cuanto a los derechos de la mujer, desde el sufragio a su incorporación a la vida social y laboral y consideramos que todavía hay mucho trabajo por hacer, pero desde la Red Sociocultural Desperta dudamos de que las reivindicaciones del 8 de marzo vayan encaminadas a conseguirlo.
Dudamos mucho de que en ellas se reclamen mejoras en cuanto a la conciliación laboral de la mujer, la legalización y control de la economía sumergida de las trabajadoras del hogar, la abolición de las esclavitudes que suponen la prostitución o los vientres de alquiler. Tampoco esperamos que se denuncie la sustitución demográfica de población europea, concretamente española, por otras, como la islámica, de clara tendencia misógina donde la mujer ocupa un plano inferior o la discriminación que sufre la mujer en el tercer y cuarto mundo.
Si así fuera y se hablara, aparte de lo ya mencionado, de incrementar el gasto en investigación para prevención y tratamiento del cáncer femenino, de acabar con el drama del aborto y el negocio de las clínicas abortistas reclamando el derecho de los niños no nacidos, de acabar con la discriminación positiva y la estigmatización del hombre, de querer acabar con la instrumentalización de la mujer en causas ideológicas que atentan contra su naturaleza, de ensalzar la meritocracia frente a las cuotas, de medidas de apoyo a la natalidad, de ayuda a la maternidad especialmente en los casos donde hay problemas reales económicos nosotros estaríamos allí, porque en estas justas reivindicaciones que exponemos también exigiríamos que se legisle contra cualquier tipo de violencia y denunciaríamos especialmente el peligro que supone para ella los movimientos migratorios descontrolados que asolan Europa y concretamente España que han traído múltiples violaciones y asesinatos silenciados por los medios del sistema.
El feminismo actual supone un peligro para el estado de derecho atacando la libertad de expresión, la presunción de inocencia, el derecho a la custodia de los hijos y la libertad sexual. Busca privilegiar a la mujer por encima del hombre y, lo que es peor, enfrentarle a él renunciando la mujer a su propia naturaleza., insustituible, diferente al hombre, complementaria e igual en dignidad.
El globalismo aspira a construir un Nuevo Orden Mundial como demuestran con la agenda capitalista 2030, y tiene que arrasar todas las identidades, desde las culturales y religiosas a las sexuales sirviéndose de herramientas como este neofeminismo, el inmigracionismo o la ideología de género.
El feminismo se ha convertido en una ideología liberal totalitaria claramente supremacista que escapa de la razón y abraza el subjetivisimo relativista. Un instrumento protegido por las élites internacionales para deconstruir el mundo natural como lo hemos conocido derribando su pilar básico, la familia.
Rompe las relaciones naturales entre hombres y mujeres, aborda temas banales sobre la menstruación o los piropos y principalmente señala al hombre como culpable de los males de la humanidad. Negando la realidad científica se ha convertido en un puntal de la religión de lo políticamente correcto.
En la Red Sociocultural Desperta, desde el profundo respeto que sentimos por la dignidad humana, abogamos por la feminidad frente al neofeminismo, por la mujer libre, no coaccionada por poderes e ideologías vacías.
La mujer natural frente a la barbarie. Trabajadora, esposa, madre, guerrera. Guardiana de la tradición y de valores eternos.
0 comentarios