Recuerdo cuando hace más de 10 años, muchos noticiarios abrían con los numerosos casos de corrupción que envolvían a las cúpulas de CiU y los Pujol. Por aquel entonces, oíamos constantemente la palabra »Andorra». Durante mucho tiempo, cuando escuchábamos la palabra Andorra, era inevitable a asociarla con paraíso fiscal, evasión de impuestos o corrupción de las élites oligárquicas político-económicas de Cataluña. La palabra Andorra creaba indignación entre la población, daba rabia ver cómo un microestado minúsculo se convertía en el centro de lavado de dinero de las élites de sus países vecinos (España, Francia y Portugal). Ahora, con toda la polémica de los youtubers, Andorra se ha convertido en la nueva palabra de moda, pero esta vez no crea indignación, sino admiración, creándose debates totalmente estériles, simplones y con escasa profundización sobre el asunto.
Por una parte, vemos que los liberales, aplauden enormemente que los ricos cojan sus maletas y se marchen de un país que va a la deriva. Nos hablan de que tenemos un »infierno fiscal», creyendo que el que gana 20 millones de euros, sufre el mismo »infierno fiscal», que un mileurista o un autónomo que tiene que hacer frente a una serie de gastos que muchas veces asfixia. Se quejan de como el Estado cruje a impuestos a todos sus ciudadanos, te dicen que aunque España tengo menor presión fiscal que otros países como Francia, Alemania o Dinamarca, al menos tienen mayor »libertad» económica. Lo que no se dan cuenta los liberales aquí, es que todo esto que está ocurriendo les está explotando en la cara. ¿Y por qué digo esto? Lo digo porque los liberales, son los mismos que han estado durante estos últimos treinta años, aplaudiendo el desmantelamiento industrial por no ser competitiva, por ser cara y contaminante. Llevan treinta años aplaudiendo la liberalización económica, la desregulación del mercado, los recortes en servicios públicos y la privatización de empresas públicas. Llevan treinta años aplaudiendo la desprotección de nuestro sector agrícola en pro de una »libertad» de comercio que destruye nuestro campo, pero beneficia a la de otros países tercermundistas que no juegan con las mismas reglas que nosotros. Llevan treinta años aplaudiendo la progresiva descapitalización de España a manos de los fondos buitre. Llevan treinta años en definitiva, aplaudiendo que España destruya todo su tejido socioproductivo, para ser un país que solo ofrece servicios, turismo, ocio y hostelería, sectores que ya no solo están siendo penetrados por los fondos buitre (ya ni siquiera el sector terciario es propiamente nacional), sino que en etapas de pandemia o de guerra, demuestran ser sectores improductivos y zombies que no pueden sostenerse.
Esta destrucción de nuestro modelo socioproductivo no solo nos conduce a la miseria cuando nos encontramos en crisis como esta, sino que conduce a que el Estado tenga que crujirnos a impuestos para mantener todo un modelos socioeconómico improductivo, para pagar precisamente entre otras cosas, nuestra dependencia y subordinación a otros países o potencias. Muchos no se han dado cuenta, que cerrar nuestra industria del carbón nos condena a tener que comprársela a Alemania, muchos no se dan cuenta que si seguimos el camino de la reconversión industrial y energética, España va a tener que pagar muy caro estos servicios a otros países que si tienen ese tejido socioproductivo. Un país que tiene industria, producción, protección de su agricultura y ganadería, etc…es un país que tener el lujo de rebajar en cierta forma la presión fiscal.
Y ya no solo eso, un Estado que mantiene su tejido socioproductivo, hace que el Estado sea más eficiente a la hora de dar mayor bienestar, pues el ciudadano siente que forma parte de ese Estado. El Estado, en estas condiciones, puede proteger a los negocios no esenciales que en etapas de pandemia, tienen que estar cerrados para priorizar la salud. Es un Estado que puede dar ayudas a las familias, mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, etc… de hecho, la combinación de un potente sector productivo, unido a unos impuestos altos a las rentas más altas, lo que posibilitó en toda Europa occidental, el mayor desarrollo económico de su historia, el crecimiento de una clase media muy potente.
Así que es más que una evidencia, que esto que nos ocurre ahora, tanto en el tema de los impuestos, como en el desastre de la gestión de la pandemia, vemos las consecuencias de todas esas políticos neoliberales que han destruido nuestra economía nacional. Los liberales no quieren aceptar esta realidad y la eluden ahora justificando que multimillonarios se vayan del país para pagar menos impuestos. El problema no es que se vayan, el problema es que existan países como Andorra, que existen por su interdependencia respecto a países grandes como España, Francia o Portugal. El problema viene, cuando estos liberales, quieren que España se convierta en Andorra, un país que no pasa de los 70.000 habitantes, un país que no tiene protección laboral, un país con un sistema de salud pésimo, un país que carece de infraestructuras, un país sin ejército, un país que en definitiva solo sirve para ir a esquiar o comprar tabaco más barato. No, no podemos ser como Andorra, es tremendamente imposible e inviable.
Significa esto entonces, que no debamos quejarnos sobre los impuestos? No nos confundamos, la crítica a los impuestos es legítima y necesaria. La crítica a los impuestos es algo que hasta el propio Marx hacía, ya que de forma acertada, los impuestos sustentan en Estado burgués y el Estado del Bienestar, recordemos, es el caramelo que nos ofrecen las clases dominantes para que no estallen revoluciones obreras. En efecto, parte de nuestros impuestos, se destinan a mantener todo un gran mamotreto autonómico inútil, de chiringuitos y mamandurrias de las CCAA, esto debemos señalarlo y criticarlo, debemos plantear la lucha contra esta política monstruosa. La corrupción política, consecuencia de este modelo autonómico, no es solo la corrupción del Estado, es sobretodo, la mezcla de poderes públicos con poderes privados. El impuesto pues, se convierte en una plusvalía de la cual se la acaba embolsando un político, que este a su vez, se le acaba dando a un empresario, es un círculo vicioso sin fin. Que hablando de plusvalías, recordemos que al obrero no le »roban» solo de sus impuestos, también del plusvalor, que en el caso de trabajadores de grandes empresas, se los acaban embolsando accionistas que no te conocen, ni saben de tu productividad y que viven a miles y miles de km de tu país (capitalismo tardío y global). La clase obrera y pequeña/mediana propietaria, está en su legítimo derecho de exigir menos impuesto, pero los ricos directamente no. De la misma forma, no es lo mismo un español que tiene que emigrar porque no tiene trabajo, o no tiene un futuro estable dentro de España, al youtuber multimillonario que se va a Andorra.
Hay algunos que caen en la trampa de llamar como »héroes patriotas» a esos youtubers que cogen su dinero y se van a Andorra para no contribuir a la destrucción de España. Ya no solo contribuyes a una mayor destrucción o decadencia yéndote a otro país, sino que estos youtubers, son los modelos que las clases dominantes buscan para alienar a las masas y la juventud. Modelos basados en individuos hidropónicos, sin identidad de ningún tipo, nihilistas, progresistas en lo moral, ultraliberales e individualistas en lo económico, que se pasan el día jugando a videojuegos, ¿qué productividad aporta esto para nuestro país. Otros dicen que deberíamos dejar todos de pagar impuestos para tumbar el régimen como se hizo en la Revolución Francesa, vale de acuerdo, pero una cosa es plantear la abstención fiscal dentro del país bajo una dirección revolucionaria y otra bien distinta, irte a un país pirenaico para tener dos millones de euros más por pura avaricia, no, no es lo mismo. Y lo de la abstención fiscal puede ser una buena idea para plantear una revolución, pero ahora mismo, esa no es la realidad, ahora mismo la gente no está por la labor de hacer una revolución, y en tiempos de pandemia como tenemos ahora mismo, que escasean las epis, que hay colapsos sanitarios, etc… necesitamos que todos aportemos para salir adelante.
Sé que es difícil utilizar el argumento del Estado del Bienestar, cuando precisamente llevan más de una década cargándoselo a base de recortes, pero si nadie paga ahora mismo, entonces notaremos gravemente las consecuencias. Si aun tenemos un clavo en el que agarrarnos es en parte por los impuestos que pagamos. ¿Qué hay también desfalco y despilfarro? Por supuesto, por ello la organización política, plantear la lucha colectiva y señalar los problemas, son herramientas necesarias que tenemos en la sociedad para intentar acabar con ese cáncer endémico. Pero jamás la soluciones pasan por coger las maletas y marcharte a un microestado para pegarte la vida padre.
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