Asesinados por la izquierda y silenciados por la “democracia modélica que nos hemos dado”
Se cumplen 42 años del asesinato de Juan Ignacio González, líder del Frente de la Juventud, organización juvenil patriota y revolucionaria por el ideal de un nuevo Estado de Soberanía y Justicia Social, y que cayó abatido en la madrugada del 12 de diciembre de 1980.
Miles de personas entre las cuales figuraban falangistas, miembros del Frente de la Juventud y sociedad civil recorrieron las calles de Madrid custodiando el féretro y rindiendo tributo al joven héroe caído. El entierro culminó con la multitud enardecida y emocionada cantando, como homenaje, el “Cara al Sol”.
El crimen de Juan Ignacio fue sepultado en los altares de la “modélica” Transición española; esa cuyos exégetas bautizaron de “pacífica” y Arcadia feliz pero que costó, a manos de la izquierda, más de mil asesinatos, siendo especialmente atroz la época de 1978 a 1984 jalonada por 1300 acciones criminales perpetradas por bandas de izquierda como ETA, FRAP o Grapo.
El crimen de Juan Ignacio fue sepultado bajo la ignominia del silencio judicial, del Estado cruzado de brazos y del enmudecimiento político y mediático.
Porque en España hubo dos pactos políticos y mediáticos tácitos al socaire de la “modélica” Transición. Uno de ellos era de la “bragueta”, y consistía en rodear al Rey Juan Carlos I de una historia personal “ad hoc” y de una leyenda inmaculada que lo convertían en un sublime estadista mezcla de Bismarck y San Ignacio de Loyola. El otro era blanquear los crímenes de la izquierda, minimizarlos o, directamente, silenciarlos.
Esta forma de escupir sobre la Verdad y de otorgar la hegemonía política a la izquierda blanqueando sus crímenes se extiende hasta el día de hoy: recordemos el asesinato de Víctor Laínez el 8 de diciembre de 2017 por portar los tirantes con la bandera de España. Recordemos cómo los voceros mediáticos del régimen, y cierta locutora radiofónica palmera del asesino llamado Rodrigo Lanza, llegaron al extremo vil de “despolitizar” el crimen, dibujar no un asesinato político sino una riña de taberna…
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