Antes de llegar a expresar una sola idea en este texto, el que esto escribe quiere adelantar que parte del más expresivo de los desprecios hacia el juego de partidos y elecciones, declara no entender de siglas, y afirma entre sus quehaceres cotidianos la última preocupación es la militancia política a favor de cualquiera de los partidos políticos legalmente constituidos a fecha de hoy. Partiendo de esta premisa, ello no es óbice para que, como outsider, pueda expresar la opinión que me merece este o aquel programa.
Quiero apuntar unas notas sobre el circo que vive toda España y más especialmente la Villa de Madrid y su Provincia (lo de la Corte se lo debería ganar el que “ciñe” las coronas reunidas de San Fernando y Jaime El Conquistador).* Primero voy a hablarles de lo bueno, y lo bueno es el sentir popular exacerbado que parece se imprime pisando las calles de esta ciudad. Realmente se ha creado un clima de contestación, sobre todo juvenil y en todos los estratos sociales, contra el Gobierno y las izquierdas. La severidad de los que mandan contra las instituciones del lugar no se vio jamás frente a las de Cataluña cuando casi casi manu militari (los mossos tienen armas de fuego ¿no?) intentaron consumar la secesión. Eso se sabe y las diferencias de trato gustan poco. Hablando de diferencias, tampoco gusta que La PSOE hable de avanzar hacia una federación de Estados y se ponga de hinojos delante del cupo vasco, pero persiga el rebajado impuesto de sucesiones en la región de Madrid.
Este es otro punto. Que me perdonen los lectores optimates pero fiscalidad de Madrid ha demostrado que funcionar, como mínimo funciona. No estoy haciendo una defensa del laissez-faire que por otra parte no existe en nuestro país, pero si manifiesto que hay cuestiones económicas en las que rige el sentido común y no las teorías ideológicas, y que, en este caso, se ha acertado y tanto trabajador como empresario pueden dar gracias de que siguen vivos en medio de la pandemia. En otras regiones no se les oye porque están en el cementerio. Sin embargo, ello no disculpa todos los errores que por otro lado pueda cometer y comete la gestión actual. Pregunten al Tendido 7.
Hablando de lo malo sólo diré que ningún candidato cumple coherentemente con la doctrina de los Bienes No Negociables (algunos ya los han venido incluso en sus propias familias), ni tampoco con el más elemental sentido de la realidad de las cosas. No se puede decir con esa desvergüenza propia de cabezas gilipollas, que el posmodernismo es comunismo ni que el liberal-burgués es fascista. “Dentro de mil años ya no habrá tíos ni tías, sólo gilipollas” Renton de Trainspotting dixit, pero se equivocó de fecha. Volviendo sobre los candidatos, no deja de reconocerse trazas de verdad y coherencia en alguno de ellos. La gracia del bautismo a veces aflora. Pero ello no es suficiente para votar, actividad que por lo demás me parece como las deposiciones de los pájaros: molesta e innecesaria.
Mi conclusión: yo no puedo votar porque sigo empadronado en Valencia la de las flores. Si pudiera tal vez fuera como se hojean discos en el rastro que nunca vas a comprar porque no utilizas reproductor. Dicho esto, es absolutamente respetable y lo digo convencido, que como opción personal se opte por apoyar a este o aquel por razón de la situación económica, pero me parece una irresponsabilidad vender el alma por cualquiera de los candidatos medio potables, que como sabemos, solo son dos. Lo demás un circo. Y ellos también.
*Me refiero a la situación de facto o internacionalmente reconocida, paso de entrar en este momento en legítimas cuestiones legitimistas que puedo incluso hasta abrazar.
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