El Viva 24, gran acto anual de Vox, supuso un gran éxito para esta formación. Celebrado este 19 de mayo, congregó presencialmente o por videoconferencia a gran cantidad de líderes internacionales entre los que destacaron el presidente argentino Milei, la presidenta italiana Giorgia Meloni y la francesa Marine Le Pen. El acto ha acaparado los focos y a puesto al partido de Abascal en el centro de la atención mediática sin que parezca que la criminalización a la que le someten los medios del sistema le esté haciendo daño, de modo que puede considerar el acto como un triunfo que, además, ha permitido a Abascal codearse con líderes mundiales y recibir su apoyo.
La resaca de este Viva 24, sin embargo, no se limita a los efectos en las encuestas que pueda tener para Vox, sino que han trascendido a este partido hasta el punto de generarse un conflicto diplomático con Argentina y un interesante debate sobre la justicia social que ha pasado bastante desapercibido, pero que será determinante sobre el alma del patriotismo europeo e hispanoamericano en las próximas décadas.
Respecto a la sobreactuada reacción de plañideras histéricas del gobierno español ante las palabras, más irónicas que insultantes de Milei, ¿qué podemos decir? La “begoñización” en palabras de José Javier Esparza de la política española avanza a marchas forzadas. El caso es de sobras conocido. El presidente argentino Milei, al que el ministro Oscar Puente ya insultó gravemente llamándolo drogadicto, se refirió, sin nombrarla a Begoña Gómez, esposa del presidente Sánchez, como “corrupta”, lo que, cuestiones penales al margen, desde el punto de vista ético es simplemente incuestionable. A partid de ahí, la maquinaria de demagogia y victimismo del PSOE se puso en marcha.
Lo que no podemos negar es que Sánchez le tiene cogida la medida, desde luego a sus partidarios, a los que puede mear en la cara y decirles que llueve, que le aplaudirán igual, pero también el PP, a los medios afines al PP e incluso a la izquierda no sanchista. Ante cualquier señuelo que les ponga delante entran al trapo como el más bravo de los morlacos.
Después de que Puente llamara drogadicto a Milei, después de que la ministra de sanidad (la médico y madre, la me-ma) hablara de «concurso de fascistas» en referencia a la presidenta de Italia Meloni, al ganador de las elecciones en Holanda Wilders, a la primera en las encuestas en Francia Marine, o al propio Milei, presidente de Argentina, entre otras personalidades internacionales que asistieron al Viva de Vox, después de haber insultado y menospreciado a jefes de gobierno y políticos destacados de media Europa e Hispanoamérica acusándolos de «ultraderechistas», ahora las plañideras gubernamentales y sus apéndices mediáticos se rasgan las vestiduras cuando uno de los líderes insultados les contesta y, por si esto no fuera suficiente, la derechita cobarde y traidora del PP y la prensa afín le compran el estúpido argumento y se ponen a su favor. Llamativo.
Pero, dejando esta treta sanchista de alargar hasta el infinito una falsa polémica para no hablar de la falta evidente de ética de su mujer, del caso Koldo o de su entrega a separatistas y proetarras, es el último tema quizás el más relevante: la justicia social.
En su discurso en el Viva 24, además de llamar corrupta, insisto, sin nombrarla, a la intocable consorte presidencial, Milei también afirmó algo a lo que no se ha dado tanta importancia, pero de mucho mayor calado: “la idea de justicia social es de resentidos, envidiosos, algo aberrante”. Estas declaraciones suscitaron la respuesta del Obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla: “Cada vez que Javier Milei repite que ‘la justicia social es aberrante’, deja patente la deriva de la nueva derecha trumpista, que está tan desarraigada del evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, como lo está la izquierda heredera del marxismo”. Confrontando al Obispo y coincidiendo con Milei algunas voces de Vox como Francisco José Contreras, Hermann Tertsch o el defenestrado Espinosa de los Monteros, insistieron en atacar el concepto de justicia social desde un neoliberalismo extremo, prácticamente anarco-capitalismo.
En mi opinión, el Obispo tiene razón en defender la justicia social, pero erra en atribuir a la “nueva derecha trumpista” la desafección por ese concepto. No es tal «nueva derecha trumpista», es la derecha liberal de toda la vida, pues aquí Milei no está ejerciendo de patriota sino de liberal. La misma derecha liberal con la que, por cierto, la Iglesia ha estado siempre muy cómoda y que en España representa principalmente el PP, al que los medios de la Conferencia Episcopal, a la que Munilla pertenece, tratan con exquisita cortesía a pesar de sus evidentes derivas anticristianas proabortistas, belicistas o simplemente insolidarias todos los días. La derecha patriota defiende mayoritariamente la justicia social, como Marine en Francia, Orban en Hungría o el PIS polaco, surgido del sindicato católico Solidaridad. Son los resquicios de ultraliberalismo y no el patriotismo lo que lleva a algunos de estos líderes a este tipo de posiciones.
En la misma línea, Juan Manuel de Prada amonestaba al “aberrante Milei” que “Nada favorece tanto el ascenso de los demagogos, sin embargo, como estas machadas aberrantes de la derechita valiente”. Le podemos hacer el mismo reproche que al Obispo. Hace bien en defender el concepto de justicia social, importante en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia, pero no es la “derechita valiente” la que la menoscaba sino la centroderecha liberal tradicional que se turna en el poder con la izquierda caviar, asimismo ajena a las necesidades de los trabajadores y de los sectores sociales más desfavorecidos. Milei no rechaza la justicia social por “trumpista” ni por “valiente”, sino por ultraliberal, por adscribirse a la vieja derecha insolidaria y clasista.
¿Y qué hay de Vox? El partido de Abascal tiene dos almas que le producen un conflicto que deberá resolver algún día. Tiene un alma patriota que inspira a Abascal a citar sin nombrarlo a Ramiro Ledesma y decir que solo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria y otra alma neoliberal, que lleva a algunos de sus representantes a coincidir con Milei y a polemizar con la doctrina social de la Iglesia, mientras presumen de ser católicos, pero de un catolicismo que es culturalmente protestante y que se entrega al enemigo anglosajón con delectación de vasallo agradecido.
Vox es como un barco, que salió del puerto de la derecha liberal y avanza hacia el del patriotismo antiglobalista. Si sigue su rumbo cumplirá su misión histórica, si pretende volver al puerto de origen se mimetizará con el PP, volviéndose redundante y se hundirá sin remedio.
Pero, ¿tan importante es el concepto de justicia social? ¿No es detestable un estado subsidiado como el argentino del kirchnerismo, sumido en la corrupción y en la pobreza, contra el que el votante de Milei reacciona comprensiblemente? Sin duda, pero eso no es justicia, eso son sobornos electorales. Justicia social es considerar como León XIII en la Encíclica Rerum novarum, que “defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen, que llama a voces las iras vengadoras del cielo”. Justicia social es asegurarse de que un niño tendrá acceso a la salud y la educación por pocos recursos que tengan sus padres. Justicia social es, en definitiva, saber que nadie nace condenado a ser pobre porque su familia lo sea, sino que va a existir un ascensor social que le va a permitir, en función de sus méritos y capacidades, alcanzar un destino más prometedor.
La justicia social es, por lo tanto, un concepto fundamental para el patriotismo, que le permite superar la lucha de clases y unir a la sociedad en una misión común en lugar de convertirla en un escenario de guerra económica perpetua. Un patriota no puede sentir indiferencia ante el destino de un compatriota, que es un hermano que participa de la misma misión histórica. Un verdadero patriota no pude permanecer impasible ante la necesidad de otro miembro de su comunidad política, no puede sentirse satisfecho mientras un anciano, una mujer, un joven o un padre de familia no puedan desarrollar su proyecto vital con dignidad, mientras uno solo de sus compatriotas sufra la miseria y la injusticia.
Así considerado, el patriotismo español será social o no será y del mismo modo, la justica social la traeremos los patriotas o no la traerá nadie.
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