Las últimas noticias emanadas del socialismo español convierten a parte de sus diputados a Cortes en consumidores alegóricos de droga, prostitutas y alharacas viciosas.
La ya conocida trama de mordidas, comisiones y tráfico de influencias habría sido auspiciada por el ex diputado socialista apodado «Tito Berni», por un general de la Guardia civil y por un «mediador» radicado en Canarias. De la misma se habrían lucrado, además de los susodichos, una serie de empresarios y diputados socialistas – al menos 18-, los cuales habrían sumergido sus narices en la coca y sus sienes en las meretrices.
Este episodio «institucional» de drogas y putas, de las ladillas y los fluidos empapando las licitaciones y los contratos públicos objeto de gratificación, nos retrotrae a otro, el de los 37 daños de orgía sindical y socialista en la bacanal andaluza de los «ERE».
Costumbre de rancio abolengo en casa socialista y no menos excitada, preciso será mentarlo, en otra jarana: la de un líder político gallego, hoy aspirante a la presidencia del gobierno, cuyas juergas de yate son de sobra conocidas.
Precisamente por eso el PSOE no será tocado y hundido. Precisamente por eso, PSOE y PP volverán a guardar sus traseros. Almacenar su detritus es cosa de dos…
El desarrollo del vodevil será el previsible. «Comisiones de investigación» y otras zarandajas que son la nada y la espantada. Algún segundón pagará el pato judicial y si un pez gordo fuese juzgado, habrá proceso judicial interminable y dilatado, con excarcelación o indulto garantizados. Gobierne quien gobierne. Y ya está. El bipartismo se habrá salvado una vez más.
Porque las organizaciones criminales en España no son ilegalizadas; se hacen llamar partidos políticos. Y la Justicia pone los algodones al pobrecito enfermito Griñán para que no toque el talego o se pliega al poder gobernativo cuando este indulta a los que intentaron asesinar a España por amputación de Cataluña. Quiero resaltar un hecho: lo del Tito Berni es la derivada del socialismo de los amiguetes que convierte la administración en un pesebre, y para ello «cata» aquellos apetitos que hace 40 años los socialistas legalizaron y socializaron. Prostitutas y droga.
Apetitos que siempre existieron en España, cierto; pero bajo el régimen del Estado Nacional anterior a 1978 las drogas eran exiguas, severamente castigadas y jamás una lacra social. Las prostitutas estaban controladas y recluidas en barrios bajo vigilancia estricta para no inundar vías públicas ni zonas escolares y para que su práctica, no legal aunque tolerada, no fuese dañina para la convivencia social.
Pondré un ejemplo de la lucha del Estado Nacional contra las «lacras»: en la ciudad de Valencia fue creada, en los primeros años 70, para despedazar los inicios de las drogas y del juego ilegal así como para combatir la conflictividad en los barrios de prostitutas, una brigada de Policía Local especial y eficacísima: la «26». Su contribución al orden social finalizó cuando el alcalde socialista de Valencia Ricardo Pérez Casado, acabó con esta eminente brigada policial.
La «26» fue uno de los emblemas de la lucha por la limpieza social que las autoridades del Estado Nacional no rehuyeron.
Tuvo España que entrar en el túnel de la «Transición» y desembocar en la «liberación sexual» y en la «Movida» del socialista Tierno Galván (que animó a los jóvenes a «colocarse») para extender masivamente la droga y hacer de la prostitución, el aborto y la pornografía la forma de un feminismo izquierdista desmelenado y soez.
Un feminismo soez y rustico; pero padre y mentor del actual, el «trans» o «queer» pues uno sin el otro no se explican y ambos tienen los mismos engendradores neomarxistas y liberales.
Las fiestecitas sociatas de Tito Berni son un reflejo de la democrática sociedad española, de los partidos sempiternamente corruptos y sempiternamente votados, y de una decadencia moral que comienza en 1978 cuando los conceptos de «Bien común» y «Justicia» se abandonan y un sistema que ni siquiera reconoce a Dios en el bodrio constitucional del 78 impone el “ethos ultraliberal” y relativista porque es el parapeto idóneo de las oligarquías y los criminales políticos y económicos de guante blanco.
El sistema no está corrompido. La corrupción es el sistema. Así lo diseñaron.
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