A medida que la administración Biden toma medidas para sortear la negativa a la participación de varones biológicos en el deporte femenino, un puñado atletas y académicos están empezando a abordar la cuestión de forma valiente, llamando la atención sobre el hecho de que las órdenes presidenciales tendrán consecuencias desastrosas en el deporte, y probablemente en sus propias vidas.
El mismo día de su toma de posesión, Joe Biden firmó decenas de órdenes, incluida una titulada concretamente “Preventing and Combating Discrimination on the Basis of Gender Identity or Sexual Orientation” [“Prevención y lucha contra la discriminación por motivos de identidad de género u orientación sexual”]. La controvertida ley, que nunca ha sido objeto de un debate serio a nivel institucional, tiene el objetivo de permitir que las mujeres transgénero (esto es, hombres biológicos que se identifican a sí mismos como mujeres) y que, por tanto, han pasado por una pubertad masculina, puedan competir en el deporte femenino. ¿Qué puede salir mal?
Para comprender acertadamente cómo será el futuro de los deportes femeninos, tomemos como ejemplo la pelea, en 2014, de artes marciales mixtas entre Fallon Fox y Tamikka Brents. Fox, la primera atleta transgénero en la historia de esta disciplina, sometió a Brents a un golpe seco pero brutal que acabó en una fractura de cráneo y conmoción cerebral [1]. Con la aprobación de la orden de Biden, estas demostraciones de huesos rotos estarán a la orden del día. Esta extraña orden ejecutiva de Biden, abiertamente evacuada por del ala radical progresista del Partido Demócrata, tiene como objetivo proteger a un segmento minúsculo de la población, al tiempo que deja a la mayoría de luchadoras expuesta a un altísimo riesgo de lesiones. ¿Los guerreros de la justicia social sólo están interesados en proteger a grupos minoritarios bajo el paraguas de una hipotética autoridad moral y sus engañosos mensajes de “igualdad e inclusión”?
Los demócratas, el presunto “partido de la ciencia”, ignoran abiertamente cualquier evidencia médica que refuta que las mujeres puedan competir al mismo nivel que los hombres. Consideran que una persona que cree estar atrapada en un cuerpo equivocado, con un sexo equivocado, nada tiene que ver con el hecho biológico.
“Los varones son cinco pulgadas más altos que las hembras, tienen los brazos más largos, un mayor alcance y son capaces de generar más velocidad…”, ha explicado la Dra. Emma Hilton, bióloga en el campo del Desarrollo humano y profesora universitaria. “Los hombres tienen un 40 por ciento más de masa muscular y un 40 por ciento menos de grasa corporal. Su musculatura es más densa… y poseen una mayor proporción de fibras de contracción rápida, que son las fibras responsables de la rapidez en los movimientos…” [2]
¿Cuál es el principal impulsor de estas importantes diferencias físicas entre hombres y mujeres? La responsable sería la testosterona, la poderosa hormona que genera cambios drásticos en los hombres durante su fase de pubertad, y a la que Hilton se refiere como “una droga increíble”. [3]
“Nos han entregado a atletas como Usain Bolt y Michael Phelps”, continuó la profesora, antes de dejar caer un comentario irónico que subrayaba el atractivo que ejerce entre los atletas que buscan una ventaja competitiva. “Tal y como sucedió con los esteroides anabolizantes, utilizados ampliamente durante la década de los ochenta en programas de dopaje dirigidos por el propio Estado, es casi seguro que también llegaremos a unas cuantas mujeres de élite”.
Los defensores de la presencia de mujeres transgénero en el deporte femenino, sin embargo, argumentan que los hombres biológicos pueden reducir sus niveles de testosterona a través de una serie de tratamientos médicos, incluidas las inyecciones de estrógenos, la hormona femenina, y la extirpación quirúrgica de los testículos y glándula responsable de la secreción de testosterona. En 2003, el Comité Olímpico Internacional señaló que estos pasos médicos eran suficientes para permitir que las mujeres transgénero pudieran competir con mujeres biológicas. Para que una mujer “trans” pueda competir con mujeres biológicas, el COI requería: extracción de testículos al menos dos años antes de competir, estatus legal como mujer y hormonas en consonancia con los perfiles femeninos.
Estas medidas se consideraron oportunas, a pesar de que los estudios sobre la cuestión fueron parcos para garantizar una competencia leal. Sin embargo, entre 2003 y 2015, sucedió algo muy extraño cuando el COI cambió radicalmente las reglas del juego. Coincide este cambio con la radicalización del movimiento progresista. En la actualidad, el COI ya no exige que los varones biológicos se sometan a la castración para competir con las mujeres. Todo lo que se requiere es que mantengan sus niveles de testosterona por debajo de cierto umbral. Mantener la testosterona bajo control supone una merma, sí, pero insuficiente para nivelar las capacidades entre entre mujeres “trans” y mujeres biológicas.
Según un estudio, publicado por el British Journal of Sports Medicine, “las mujeres ‘trans’ todavía siguen teniendo una velocidad media de carrera un 9% más rápida después del período de un año de supresión de testosterona recomendado por el World Athletics para su inclusión en los eventos de femeninos” [4].
La Dra. Hilton recomienda que quien se preocupe por la seguridad de las mujeres compitiendo contra las mujeres transgénero proceda a una profunda reflexión: “incluso cinco años después de la transición y carente de testúculos [las mujeres “trans”] retienen más masa muscular y siguen siendo mucho más fuertes que las mujeres de referencia”. Sin embargo, los grupos de libertades civiles, como la ACLU [American Civil Liberties Union o Unión Americana para las Libertades Civiles], sin citar ni un solo estudio médico profesional, se han manifestado apoyando sin fisuras a las mujeres “trans” que compiten con mujeres biológicas.
Llamamiento al sentido común
Recientemente, un grupo de atletas y de asociaciones de deportistas de élite mundial anunciaba formación de un Grupo de Trabajo de Política Deportiva de Mujeres [Women’s Sports Policy Working Group] [5], fundado para “proteger los deportes de niñas y mujeres y acomodar a los atletas transgénero”. Entre los nombres más destacados del grupo encontramos a la nadadora Donna de Varona, medallista de oro olímpica; a Martina Navratilova, miembro del Salón de la Fama del Tenis Internacional; a la nadadora Nancy Hogshead-Makar, medallista de oro olímpica, y a Lyn St. James, ex piloto de carreras de Indycar y LeMans.
Dicho grupo propone que “la administración Biden y el Congreso rechacen las posiciones encontradas y, en su lugar, adopten un enfoque ético y basado en la ciencia para la protección del deporte de niñas y mujeres”.
Martina Navratilova, ganadora de 18 títulos individuales de Grand Slam, enfatizó que apoyaba los derechos de las mujeres “trans”, pero declaraba que las ventajas físicas de las competidoras transgénero que habían pasado por una pubertad masculina eran “bastante obvias”.
En una entrevista para la BBC, Martina Navratilova enfatizó su oposición a “una situación de todo incluido en la que los hombres y mujeres ‘trans’, enarbolando una simple autoidentificación [con el sexo opuesto], pudieran competir sin límites, sin reglas, y que en el marco de este escenario no podía hablarse de un campo de juego nivelado”.
Siendo este enfoque lógico, sobre todo para las mujeres biológicas que deben competir contra hombres biológicos, la iniciativa, sin embargo, ya está siendo atacada con el argumento de que limita la “justicia y las oportunidades” para los transexuales en el mundo del deporte.
Según Sharon McGowan, directora de estrategia de la organización Lambda Legal, que trabaja por los derechos civiles LGBTQ, “el tipo de propuestas que desafortunadamente [refiriéndose a Martina Navratilova] se están promoviendo irían demasiado lejos en términos de limitar la oportunidad de que los niños transgénero puedan participar garantizando equidad y oportunidades” [5].
Desgraciadamente, parece que la única forma en que la orden ejecutiva de Biden pase por una criba científica será justo en el momento en que las mujeres comiencen a sufrir lesiones graves cuando compitan frente a mujeres “trans”. Pero incluso entonces, nada garantiza que la gente despierte con estupor. Admitir los defectos no es precisamente virtud de los progresistas radicales, incluso cuando hay vidas en juego, y esta terquedad podría asestar al mundo del deporte femenino un golpe letal.
Autor: Robert Bridge
Traducción: Juantxo García
Notas
[1] Véase el momento crítico en el canal YouTube, [https://www.youtube.com/watch?v=VRMh0YZkUdg].
[2] “Dr Emma Hilton reviews the science supporting the IOC decision to let male-born transgender athletes into female competition”, en Fair play for women [14/07/2019], [https://fairplayforwomen.com/emma_hilton/].
[3] Benjamin D. Levine et alii, “The role of Testosterone in athleic performance” [01/2019], [https://web.law.duke.edu/sites/default/files/centers/sportslaw/Experts_T_Statement_2019.pdf]
[4] Timothy A Roberts et alii, “Effect of gender affirming hormones on athletic performance in transwomen and transmen: implications for sporting organisations and legislators”, en British Journal of Sports Medicine [06/11/2020], [https://bjsm.bmj.com/content/early/2020/11/06/bjsports-2020-102329].
[5] Agencia Reuters, “Martina Navratilova seeks provision to Joe Biden’s executive order for transgender participation in sports”, en ESPN [03/02/2021], [https://www.espn.com/tennis/story/_/id/30827339/martina-navratilova-seeks-provision-joe-biden-executive-order-transgender-participation-sports]
Fuente: Estrategic Culture Foundation
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