La actualidad de esta semana de agosto ha venido marcada por los aniversarios del festival de Woodstock y de la muerte del poeta de García Lorca, y por los sucesos ocurridos en Afganistán.
WOODSTOCK
El Festival de Woodstock ha quedado en el imaginario colectivo como una gran fiesta de amor y paz, los ideales del hipismo estadounidense, pero si escarbamos más veremos un lado oscuro. Los asistentes a Woodstock decían defender el feminismo, pero las mujeres fueron usadas como objetos sexuales (de hecho, se produjeron varias violaciones), decían defender el ecologismo, pero llenaron el campo de basura. Triunfaron el hedonismo, la irresponsabilidad, el «sexo, drogas y rock and roll» y retrasaron décadas el debate político, musical y cultural tiñéndolo de infantilismo.
Las consecuencias fueron la popularización del uso de las drogas en toda una generación, lo que costó la vida a millones de personas, y, como mayo del 68 en Europa, el abandono de la izquierda de las masas proletarias como objeto de su actividad y de la justicia social como aspiración para centrarse en los jóvenes pijo-progres sin problemas reales, las perversiones sexuales y las drogas, iniciando el proceso de decadencia, que ha llevado al actual predominio ideológico del marxismo cultural.
GARCÍA LORCA
Suele decirse con bastante impropiedad que a García Lorca “lo mataron los fascistas”. En realidad, sus asesinos, según parece, simpatizaban con la CEDA (centro-derecha, equivalente al actual PP), mientras que Lorca tenía varios amigos falangistas, como el poeta Rosales en cuya casa se refugió y que realizó gestiones para su liberación que, por desgracia, no llegó a tiempo. Dalí, íntimo amigo suyo, reconoce en “Diario de un genio” que a Lorca lo mataron por razones “personales, ultrapersonales” y “locales”, pero que el poeta era “el ser más apolítico que jamás he conocido”.
Paradójicamente, el fundador de Falange Española José Antonio Primo de Rivera, victima más significativa del bando nacional, y García Lorca, victima más significativa del frentepopulista, se conocían y eran amigos, teniendo amigos íntimos en común como Rosales o Agustín de Foxá. Un dato para reflexionar sobre el mito de “las dos Españas” que, si no lo desmiente, sí que lo redimensiona. Si hay dos Españas no son izquierdas y derechas, sino asesinos y víctimas, y tanto unos como otras, estuvieron repartidos en ambos bandos del conflicto.
García Lorca era pro taurino, admirador de Felipe II, católico y defensor de la misa tradicional. No sé si estos rasgos de su personalidad gustarían hoy en día a la izquierda que tanto lo reivindica.
AFGANISTÁN
Las imágenes que nos han llegado estos días desde Afganistán y que tanto nos han recordado a otras que nos llegaron desde Vietnam en el siglo pasado, nos han conmovido y han hecho que nos preguntemos que se ha hecho mal para que todo el esfuerzo y toda la sangre derramada por miles de militares, algunos de ellos españoles, no haya servido para nada. La senilidad y la indiferencia de Biden pueden tener algo que ver, pero el problema viene de más lejos.
Al Qaeda nace como facción combatiente de la guerra entre la URSS y Afganistán entre el 79 y el 89. En ella el joven millonario de la nobleza saudí, Osama Bin Laden, de ideología wahabita, recibe ingentes cantidades de armamento, así como financiación y entrenamiento por parte de Estados Unidos. Como vemos, lo de los Talibán en Afganistán tiene raíces profundas y no parece que USA tenga de que enorgullecerse.
Igual que hicieron con Siria, los medios van a aprovechar lo que está pasando en Afganistán para meternos una campaña a favor de la inmigración masiva con la excusa de acoger a refugiados que, misteriosamente, son en su mayoría hombres en edad militar. Cualquier excusa es buena para proveer de mano de obra barata a sus amos.
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