Por R.Gálvez
La batalla por la libertad en pleno siglo XXI supone combatir la tiranía del pensamiento único que impone por tierra, mar y aire sus mentiras oficiales. Una de las más extendidas es que la inmigración es buena porque sí. Y atreverte a expresar lo contrario te convierte ante la luz del sistema en un ser retrogrado e insolidario.
En España y en el resto de Europa cada día somos más los que nos rebelamos ante esta corrección política y rebatiremos hasta el final estas mentiras que condenan a nuestro pueblo a la extinción. Ha llegado la hora de llamar a las cosas por su nombre y denunciar que su solidaridad, benevolencia y buenismo no es más que irresponsabilidad, negligencia y colaboracionismo con el sistema.
En España y en el resto de Europa cada día somos más los que nos rebelamos ante esta corrección política y rebatiremos hasta el final estas mentiras que condenan a nuestro pueblo a la extinción. Ha llegado la hora de llamar a las cosas por su nombre y denunciar que su solidaridad, benevolencia y buenismo no es más que irresponsabilidad, negligencia y colaboracionismo con el sistema.
Y es que empujar a cualquier ser humano a que abandone su Patria renunciando a mejorarla y a tener un futuro en ella no es solidaridad, generar efectos llamadas que solo conllevan esclavitud y tragedias no es bondad, permitir invasiones y asaltos violentos de nuestras fronteras no es libertad, colaborar en la pérdida de identidad y la despersonalización de las naciones europeas no es responsabilidad, ser un vasallo de la globalización que únicamente quiere ciudadanos uniformes y fácilmente moldeables no es ser un antisistema, contribuir a la devastación de las condiciones sociales y económicas de los países receptores no es justicia social, potenciar el lucro de mafias y ong no es progreso, cooperar para tener naciones inseguras por atentados y violaciones no es dignidad.
Defender nuestra identidad no es delito. Es vivir en consecuencia y responsabilidad con nuestra historia y nuestro futuro. Nuestros barrios no estarán seguros hasta que nuestras fronteras lo estén y para ello necesitamos una nación soberana donde vivir con seguridad y libertad.
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